Esta no es una historia de fantasmas cualquiera, es la historia del Fantasma de las Navidades Pasadas. Así es, Dickens inventó la Navidad tal y cómo la conocemos hoy en día, pero los Fantasmas de las Navidades Pasadas, Presentes y Futuras siempre han existido. Son fantasmas que nos recuerdan tiempos mejores pasados, tiempos difíciles presentes y tiempos inexistentes futuros.
Pero, como ya he dicho, yo quiero hablar de mi Fantasma de las Navidades Pasadas. Se me apareció, como una
revelación divina, cuando yo era una adolescente, apareció una vez, me hizo
sonreír, me hizo sentir especial, hizo saltar una chispa, que luego se quedó
dormida en un largo letargo durante años. Hasta que reapareció, y reprendió esa
chispa especial, esa alegría explosiva, esa pasión ardiente que habitaba en mi
interior, pero luego llegó la amargura porque desapareció antes de la Navidad,
que se hizo rancia y con un vacío que mostraba una cruda realidad: por mucha
pasión, por mucha llama y mucha alegría que hubiese, no era más que un
espíritu, un ser etéreo, y así es como apareció, brillando por su ausencia, el
Fantasma de las Navidades Presentes. Pero el Fantasma de las Navidades Pasadas
regresó, prometiendo ser el Fantasma de las Navidades Futuras, augurando un
futuro igual de brillante y ardiente como había sido antaño, pero fue un
instante, tan leve, que me pareció un sueño…, que se convirtió en pesadilla
cuando regresé a la realidad presente.
Pero este cuento no
termina aquí, como lo hace agosto y le da paso a septiembre, que anuncia la
Noche de las brujas, la Noche de los fantasmas, los vampiros y otros seres
sobrenaturales. El Fantasma de las Navidades Pasadas se me aparece, cual
espectro, pero no promete nada, no dice nada, no muestra nada, solo está
distante, es un espectro que anuncia la Noche mágica, mi noche. ¿Es que ha
renunciado a ser el Fantasma de Dickens para unirse a las criaturas de la
noche? Este espectro se aparece como sombras, a mi alrededor, me espera,
siempre callado y silencioso. Una gran pena lo aflige, puedo verlo en su
rostro, está roto, perdido, sin rumbo, como si hubiese perdido su esencia, su
camino, igual que Jack perdió su pasión por asustar, él parece haber perdido su
pasión de traer luz, y se arrima a la luz que lo acoja.
“Ven”, le digo, “eres
bienvenido, y yo te acepto”. Si vamos a vivir en una pesadilla, que comience en
la Noche de las brujas y se una a nosotros, si vamos a arder en pasión
hagámoslo con las velas que guían las almas, si vamos a brillar que sea a
medianoche. Porque las pesadillas también son sueños que nosotros podemos
domar.
Cuando se percata de
aquello, acepta sin dudar mi invitación. El Fantasma de las Navidades Pasadas
brilla y cambia, se recompone, redirige su camino, y se convierte en el
Fantasma de la Noche de las brujas, pasadas, presentes y futuras, que las
anuncia y vela por ellas. Se sumerge en mi mundo, y eso le cambiará, nos cambiará.
Los fantasmas también tienen derecho a sentir una pasión ardiente inconsumible.
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