Amanece Barcelona aún con la luna iluminando el cielo, ya baja. Las calles retumban con el ronroneo de los motores de los vehículos que se encienden perezosos. Aún no aparecen las primeras luces del alba pero eso a ella le da igual: es el comienzo de un nuevo día.
Las calles del Eixample se llenan rápido de gente que deambula con prisas de un lugar a otro. Coches, motos, buses, bicis...los semáforos parpadean y son testigos de aquellos que se atreven a cruzar a gran velocidad en ámbar antes de que se ponga rojo y la circulación se retome. La calle Aragón se llena rápido, junto con la Gran vía y Passeig de Gràcia, plaza Cataluña, contagiando el denso tráfico de la avenida Diagonal al tranquilo barrio de Gracia que mantiene dormidas sus calles más pequeñas: calle del oro, calle de la granja, la plaza de la virreina, la plaza del diamante y la de la revolución, etc, ellas se toman su tiempo para desperezarse, como las calles de Horta. El Carmelo tarda menos, igual que el Raval. Drassanes se desperezan con el Eixample y Poblenou.
Aparecen las primeras luces del alba y las tiendas se abren. Arco de triunfo y la ciudadela no tardan en ser invadidas tanto por residentes como por turistas, con las primeras luces, paseo de San Juan, luego Lluís Companys, se han movilizado a la par que la Diagonal, la rambla y Portal del Ángel se llenan rápido desde el metro de plaza Cataluña, y desde la plaza Urquinaona. Con el sol ya subiendo, las calles se llenan de turistas maravillados dispuestos a visitar la Sagrada familia, el parque Güell, la facultad de filología y la de matemáticas como edificio histórico, el puerto, el castillo de Montjuic...
El sol se despereza por entre las nubes iluminando la capital catalana, observando a sus habitantes corriendo para llegar al trabajo, al colegio, al instituto, a la universidad... Hay que producir para consumir.
Las calles de la ciudad cuentan sus historias, algunas más antiguas que otras, unas más interesantes que otras. Los guías turísticos se preparan para dirigir a los grupos y hablarles de esas historias de las que la ciudad ha sido testigo: historias macabras en el rabal, historias de guerra y política en la ciudadela, historias artísticas en arco de triunfo, los museos, el palacio de la música...
El sol ya está más alto pero la ciudad se ha despertado sin él, no tiene tiempo para esperarle: es un nuevo día, un día más, uno como tantos otros, monótono, cargado de prisas y estrés, pero nuevo al fin y al cabo. Quizás hoy asciendan a ese excelente empleado que disfruta su trabajo y del que la empresa no puede prescindir, quizás hoy alguien recibe una noticia que le va a cambiar la vida, emprende un viaje y su vida mejora..., un nuevo día que nadie sabe lo que le depara.
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